Todos hemos pasado en alguna ocasión por una ruptura de pareja, da igual la edad, las circunstancias o quién dio el primer paso. Una ruptura siempre es un acontecimiento traumático, doloroso y que nadie desea. Cada pareja tiene su propio universo pero sobre todo tiene su propio lenguaje, por eso cuando una pareja se rompe se muere un dialecto. Son nueve palabras que para mí tienen un significado especial.
A medida que compartes la vida con tu pareja vas creando un lenguaje que no se aprende en ninguna escuela.
Es el lenguaje de la complicidad, de la mirada, de los gestos, de los silencios, del contacto físico, de la sexualidad… Cuanto más tiempo y más unida esté la pareja más rico y más matices tendrá su lenguaje. Y lo que es fantástico es ¡que es único! Nadie más sabe hablarlo y solo los que han asistido a sus clases lo dominan.
Estoy completamente convencido de que el dialecto de una pareja puede llegar ser un motivo de vida y un objetivo personal. Para muchas personas llega a ser incluso más importante que su lengua materna. Esta claro que no todos los dialectos que aprendes en tu vida son iguales, los hay más fáciles y en cambio hay otros que son muy muy complicados, de hecho a veces no llegas ni tan solo a dominar los conceptos básicos, pero, y de eso estoy seguro, todos te aportan y ganas en riqueza personal. Además ya sabemos que hablar muchas lenguas facilita nuevos aprendizajes y eso siempre es un plus a tu favor.
Creo que he sido afortunado al haber podido disfrutar de varios dialectos a lo largo de mi vida. Puedo considerarme una persona multilingüe. De todos he aprendido un montón de cosas pero hay uno que destaca por encima de todos. Era como si fuese mi lengua natural. Fue sin duda, y creo que lo será por mucho tiempo, el lenguaje de mi vida. Madre mía, qué riqueza de vocabulario, una experiencia espectacular que aún hoy me deja sin palabras. Vale la pena vivir sólo para descubrir un lenguaje como este. Dominábamos todos los matices, todas las interpretaciones, no nos hacía falta ningún tipo de traducción, lo conocíamos absolutamente todo, ¡estábamos doctorados! Por desgracia, y creo que para ambos, se acabaron nuestras clases de gramática y conversación pero recordaré para siempre esta experiencia alucinante.
De modo que si tienes tu propio dialecto, por favor practícalo con frecuencia para que no pase a ser una lengua muerta. Ve a todas las clases, actualiza la gramática y la ortografía, busca nuevos sustantivos, adjetivos y sinónimos, y sobre todo no dejes que otros lo hablen por ti, este lenguaje es sólo tuyo y de tu pareja. ¿Y si estás en situación de no poder practicar ningún dialecto? ¡Así estamos muchos! En mi caso he optado por apuntarme a una academia de idiomas. Es lo que tiene vivir esféricamente que casi sin quererlo y sin darme cuenta me encuentro de pronto intentando hablar un montón de lenguas con una sonrisa de oreja a oreja.
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