Esta pandemia de la COVID 19 ha trastocado completamente nuestra vida. Ha entrado de repente con una fuerza inimaginable y se ha llevado por delante todos nuestros planes. Personales y profesionales. A corto y medio plazo. El hecho de estar confinados ha modificado sustancialmente nuestra tabla de valores. Cosas y hechos que antes nos parecían ya no importantes sino imprescindibles ahora se nos antojan complementarios e incluso superficiales. Hemos pasado de un estado de valoración exterior a otro de valoración interior. ¿Y qué nos ha pasado? Que cosas sencillas y simples a las que no dábamos la menor importancia resulta que ahora son las que echamos de menos. Cuantas veces nos habíamos planteado la importancia o el placer de poder tomar un café tranquilamente leyendo la prensa. Comer o cenar en un restaurante. Ir al cine o al teatro. Visitar o quedar con los amigos. Ir al gimnasio. Coger el coche y desplazarte donde tú quieras. Pasar un fin de semana fuera de casa… Y a nivel profesional, la relación con los compañeros. Las pesadas reuniones de los jefes. Los viajes profesionales. La hora del desayuno. Los almuerzos en compañía. Las visitas a clientes, etc. Y en el plano personal, esos abrazos, esos besos. Encajar una mano. La proximidad de otra persona en una mirada cercana, la compañía, el calor humano…
En fin podríamos estar hablando de un montón de cosas más. Todas casi siempre poco valoradas y a las que no les dábamos la importancia que realmente tienen. Creo que esta situación es una cura de humildad para todos. Si ante un escenario como éste aún no hemos aprendido a dar valor a las pequeñas cosas mal vamos. No aprovechar este momento es desperdiciar una ocasión fantástica de ver la vida desde otra óptica.
Vivir esféricamente me ha ayudado mucho a ver la vida de otra manera. Agradeces cualquier detalle y valoras los pequeños momentos que en tu día a día van pasando.
Para mí esta situación no ha hecho más que acrecentar mis ganas de seguir viviendo con este espíritu. Me he dado cuenta de que esta forma de vivir es escalable. Cuanto más agradeces más retorno tienes y los pequeños detalles o momentos se convierten rápidamente en detallazos y momentazos. Valorar todo lo que tenemos en esta vida, pero en especial las pequeñas cosas, te trae paz y felicidad. Hubo una época en que no las valoraba. Estaba siempre pensando en el más allá. Cuando ya tenia una cosa no le daba su importancia y mi mente ya deseaba otra. Esto no me hacía feliz. Me angustiaba mucho. Ahora que está tan de moda el mindfulness, vivir plenamente y en conciencia tu día a día, me doy cuenta de lo mal que yo lo hacía y de lo mucho que te beneficia esta práctica. También sirve para las personas cercanas que conviven contigo. Valóralas cada día y díselo, nunca des por supuesto gestos o palabras, es necesario decirlas o hacerlos. Yo me di cuenta tarde. Perdí a una persona a la que amaba con locura por no cuidar nuestras pequeñas cosas. No di la importancia necesaria a los detalles del día a día. Cuando yo vi la luz ella ya habitaba hacia mucho tiempo en la oscuridad. Por mucho empeño que puse para rectificar ya nunca más pudimos volver a la claridad.
Valoremos todo lo que nos pasa y seamos agradecidos con todo y con todos. Cuidemos los pequeños detalles que a la larga muchas veces resultan lo más importante. Nunca sabemos cuándo o cómo se puede terminar nuestra película. Lo que tengo claro es que si valoras todo y agradeces cada día pasas a ser el protagonista de esta película, que además es muy probable que acabe con final feliz.
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