Cada época tiene sus códigos, sus convenciones y sus formas de hacer las cosas. Como inmigrante digital que se siente plenamente integrado en el mundo de los ceros y los unos, tengo un blog, me comunico digitalmente con mi gente. Laboralmente he vivido una transformación digital hace ya unos años. Por supuesto, esta revolución silenciosa permea todos los niveles vitales y no iba a ser menos con las relaciones sentimentales. Tinder se ha convertido en la aplicación número uno del ligoteo, por lo que si estás sin pareja y te apetece conocer a alguien es el sitio ideal.
Cuando buceé en el mundo ‘tinder’ me pregunté por qué le habrían dado este nombre. Parece ser que su significado es “yesca”, materiales muy pequeñitos que arden con facilidad para hacer fuego, de ahí la llama que caracteriza a esta aplicación. La llama del amor y la pasión. Muchos ya conocéis que estoy libre y sin compromiso, con una edad ideal para esta aventura. Un target que creo puede tener éxito. Con todos estos inputs he decidido meterme a fondo en el tema.
Me creo un perfil simpático. Una foto en consonancia y de momento decido prescindir de la opción de pago. Empiezo mi búsqueda. Me encuentro con fotos, presentaciones y definiciones para todos los gustos. La verdad es que mi pretensión se centra en un nivel alto. Busco un físico más que correcto y una cabeza bien amueblada. Veo que esto va a ser más complicado de lo que pensaba. Cuando leo al detalle las presentaciones, de las pocas que deciden escribir cuatro palabras seguidas con sentido, ya me doy cuenta de que el nivel medio digamos que esta muy por debajo de mi interés. Escribir bien y algo con sentido parece que no encaja del todo en esta aplicación. A mí me encantan las mujeres, y no soy sociólogo, pero sin serlo aconsejaría a un especialista que haga un estudio de los perfiles porque realmente son curiosos. Hay mucho material para desarrollar teorías muy variadas.
En la misma línea están las fotos de los perfiles. Las hay realmente curiosas. No acabo de entender que pintan los animales domésticos en una aplicación para ligar y seguramente acabar follan…do. Que manía con los gatos y los perros. O con las reflexiones místicas. Si te interesa el tema vete a la India a un retiro espiritual. O las flores y los campos. Yo no tengo ninguna intención de ser campesino. Así que me dedico a prospectar filtrando al máximo. En seguida me doy cuenta de que unas van sin manías, directas a la yugular, y otras aún viven en los tiempos de un noviazgo eterno con una conversación tonta que no se acaba nunca. Con mucha paciencia, y un tiempo de dedicación prudente, consigo juntar para un mismo día a cinco candidatas. Quiero tomar algo y poder valorar la impresión en un encuentro real y no virtual.
El día del casting tengo sensaciones raras. Nervios e ilusión a partes iguales. Organizo el día a intervalos de mínimo una hora reservándome la comida del mediodía para otras historias. Esther, la primera me causa una muy buena impresión. Conversación inteligente y modales exquisitos. Carmen, la segunda, tiene una pájara mental considerable. Vive en otra galaxia así que despacho el café rápido. Mónica muy simpática, con una conversación fluida y perfil muy interesante. Con Ana coincidimos en amistades comunes y eso facilita las cosas, pero me falta atracción física y esto es fundamental. Finalmente Julia, una mujer con clase con la que sin embargo me cuesta mucho empatizar. Me parece que el casting ha sido un éxito, ya que así me lo han hecho saber las cinco. Por mi parte, considero ajustadas a mi perfil a dos candidatas y descarto el resto para evitar desgaste y pérdidas de tiempo. Me dedicaré a conocer mejor a Esther y a Mónica. Hay muchos puntos en común para explorar con ellas.
Ahora ya puedo valorar Tinder. Una aplicación que me ha permitido conocer a un montón de mujeres. Darme cuenta que hay personas muy interesantes y otras que aún no acaban de estar del todo centradas. He visualizado muchas imágenes, paisajes, animales, flores, e incluso alguna también subida de tono. Una experiencia divertida con la que puedes socializar. Aunque para mí no hay nada como un café o un vino en una terraza mirando a los ojos de la otra persona. Reconozco que las distancias cortas son mi especialidad. Y como estoy viviendo esféricamente, con mucha alegría en el cuerpo y alma, resulta que casi sin quererlo, traspaso esta felicidad a los demás. De modo que si estás libre apúntate a Tinder, matchea mucho, chatea muchísimo más y sobre todo monta un casting. Como suele ocurrir, al final viene lo mejor.
Categorías:Relatos
Necesidad de apuntarme no tengo ya que estoy cubierto, pero ganas por descubrir nuevas sensaciones si.
Un montón de amigos y conocidos están en esta red social u otras parecidas y todos coincidís en los perros y gatos, lo que es cierto es que un casting es necesario para sacar el máximo jugo a la aplicación.
Muchas gracias por tu aportación.