He comentado varias veces que estoy inmerso en una etapa de crecimiento personal importante. Como consecuencia de una serie de acontecimientos ocurridos en los últimos años, mi tranquila y resuelta vida se encontró de pronto patas arriba, aquel Pablo buena gente, pero un poco mosca cojonera ha pasado a ser otro Pablo. Más tranquilo, reflexivo, calmado y sobre todo aún más buena gente. Siempre me ha gustado hacer feliz a la gente que me rodea. Seguía una filosofía, no muy recomendable, en la que si los demás eran felices yo también lo era. Muchas veces era a costa de mi propia felicidad. Por fortuna desde hace algún tiempo aprendí que primero debes ser feliz tú para poder hacer luego felices a los demás.
Estar en esta situación, y además sin compañía, me permite hacer lo que me apetece sin tener que dar explicaciones a nadie. Tengo dos maravillosas hijas ya crecidas. Desde hacía tiempo tenía en mi cabeza la idea de colaborar, adoptando o ahijando a una niña de un país en subdesarrollo. Quiero ayudar personal y directamente a una persona que en estos momentos no tenga ni las facilidades ni los recursos de que yo pueda disponer. Tengo la suerte de que cuento con la total predisposición y colaboración de mis hijas para todo lo que sea necesario. Así que después de una larga investigación por las redes y de contactos más o menos personales, me puse manos a la obra. Fue un trabajo lento, sobre todo por las dificultades de comunicación existentes y más en la situación actual, pero la perseverancia siempre tiene su premio. Una Fundación que se dedica a tutelar exclusivamente a niñas, la mayoría con el virus VIH. Son un número determinado y pequeño dada su capacidad, pero hacen realmente un trabajo impresionante.
De modo que, una vez decidido país y Fundación, tan sólo me quedaba pendiente resolver el tema documental y proceder al encuentro real. Tras la burocracia, que está establecida en todas partes, y asumiendo ciertos riesgos, debido a esta pandemia que nos impide hacer una vida normal y nos complica mucho el viajar, decido irme a verla y conocer in situ esta Fundación. Compro billete para la India y me voy unos días a Jaipur. A lo largo de los años he hecho muchos viajes, pero debo reconocer que éste, junto a otro que hice de introspección personal, van a ser los viajes de mi vida. La India, por sí sola, ya es una experiencia que te puede transformar. Es un choque cultural tan bestia que necesitas un tiempo para situarte. Los contrastes son tantos que asimilar de golpe todo esto no es fácil. Aunque como disfruto de una mente cien por cien positiva y super esférica, cualquier experiencia, por dura que sea, siempre me enriquece. Así que el sólo hecho de visitar esta país ya fue para mí una maravilla.
Después de una bienvenida calurosa y muy afectiva, por parte de la organización nos fuimos directamente al orfanato. Aún hoy no tengo palabras suficientes para transcribir las emociones que me llegaron directamente hasta el alma. Estoy contento y muy feliz porque nadie me obliga, nadie me impone, ni nadie me discute, hago esto porque sale de mi interior y de mi corazón.
Cuando por fin me encontré ante ella no pude disimular mis lágrimas.
Mi corazón bombeaba a una velocidad que creía que me iba a estallar, notaba una opresión en el pecho terrible, y el torrente de lágrimas a punto de salir era muy difícil de ocultar. Pero todo me pasó de golpe cuando ella vino corriendo hacia mí con los brazos extendidos y me dio el abrazo de mi vida. Me encanta abrazar, aprieto hasta que noto los huesos, pero este abrazo fue angelical. Me imagino ya de viejecito recordando mi pasado, y de éste tres o cuatro hechos claves, pues bien éste será seguro uno de ellos. Es increíble la felicidad que puede darte una persona que no tiene nada, que vive en unas condiciones muy mejorables, y que siempre lleva la sonrisa en su expresión. Estuve un tiempo colaborando en las tareas diarias del orfanato, y sólo puedo decir que estar rodeado de niños es un placer indescriptible. Hay experiencias que te cambian la vida y esta es una de ellas. Había oído de gente que se va voluntaria a estos países con el único fin de ayudar, pues bien hoy puedo decir que son mis ídolos. La felicidad no se obtiene con bienes materiales, o con riquezas, o con prestigio social o profesional. La felicidad son pequeñas cosas, son detalles, es estar bien contigo mismo, porque este bienestar lo trasladas a los demás. Vivimos en una sociedad que se centra muy poco en los problemas sociales y que sólo ensalza a falsos líderes, que sólo valora lo material. Así que perdónenme la expresión, pero a la mierda con todo esto, y lo digo con conocimiento de causa, nunca cambiaré por nada las emociones y sentimientos que tuve aquellos días. Hoy puedo decir que tenemos a un miembro más en nuestra familia, de momento aún no puede estar con nosotros físicamente, todo llegará, pero cada noche al acostarme me duermo con una sonrisa de felicidad porque desde ahora yo también soy de los que pueden decir qué fácil es ser feliz.
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Hola Pablo! Ese camino que has iniciado es dificilisimo.
Fácil es llenarte el alma de felicidad al valorar el efecto de las sonrisas, sin olvidar las propias y su efecto en los demás. Adoptar un niño que ha vivido la crueldad del abandono, es tarea solo de luchadores valientes con ganas de DARSE totalmente. Lo fácil es contemplarlo.
Muchas gracias Cristina!!! Creo que en la vida tenemos que hacer cosas que nos hagan estar orgullosos de nosotros mismos, cosas o hechos que hacemos con el corazón prescindiendo de lo que piensen los demás. Hacer bien las cosas y ser buena gente te hacen estar muy feliz. Haz siempre lo que te diga el corazón para poder acostarte cada noche con una sonrisa de felicidad.