Menu Home

¿LA ELEGANCIA ES UN DON?

La elegancia natural, la clase, el porte, el saber estar, el saber hacer, en fin, ese plus que tienen algunas personas. ¿Se nace con él o se puede adquirir? Yo estoy convencido de que esto es un don que pocas personas poseen. Es posible llegar a niveles muy altos con una educación exquisita. Existen protocolos imprescindibles que te enseñan a cómo ir por la vida. Incluso hay asistentes personales que te educan hacia estos niveles de súper excelencia. Pero ese plus de distinción es difícil de conseguir, lo tienes o no lo tienes.

Tengo mis orígenes en un matriarcado. Siempre rodeado de mujeres, a las que además les apasionaba la ropa. Mi madre nunca ejerció su función. Debo reconocer que parecía una estrella de cine por su elegancia innata y el porte con el que iba por la vida. No tuvo el apego maternal característico de cualquier madre pero en cambio como mujer tuvo tanto éxito que sólo le faltó firmar autógrafos por la calle. Me imagino que algo se me pegó de ella, al menos eso comentan las personas que me conocen. Cuento con la ventaja de que cualquier prenda que me ponga, elitista o low cost, me sienta bastante bien. Además procuro combinarla de forma que mi outfit quede perfectamente conjuntado. Doy importancia al vestuario porque según mi criterio la imagen es la primera impresión y muchas veces es con la que te quedas. Procuro cuidarla al detalle. No es necesario ir sobrecargado de prendas u objetos sino que simplemente intento ir correcto. Limpio y aseado, y que todo forme un conjunto uniforme y con cierta gracia. Ahora bien esto que parece tan simple no es tan fácil y la realidad es que veo a muy poca gente salir exitosa de esta tarea.  Me encanta ayudar a los demás en sus líos con la ropa. Tengo facilidad para sacarles, con pocos recursos, el mejor partido, y además disfruto mucho con ello. Me ha sucedido igual con todas mis parejas. La mayoría  sufrieron un cambio sustancial a mejor. Ahora bien, una vez se rompió la relación pocas siguieron el modelo establecido. El contraste del antes y ahora con mi última pareja por ejemplo es terrible por decepcionante.

El vestuario es importante pero en absoluto es lo principal. Para mi lo fundamental es la actitud y la educación. Una persona con una actitud franca, abierta y sociable acostumbra a ganarse siempre a los demás. No se trata de ser un super relaciones públicas para quedar bien con todo el mundo. Impostar una manera de ser no resulta convincente. Esta  personalidad es difícil de aprender y si se ve forzada no es agradable y la gente lo nota. Hay que saber estar y ser pero de forma natural. Si ya tienes este carácter tan divino y además le sumas una educación exquisita, y no me refiero a colegios caros, sino al hecho de saber comportarse socialmente entonces es que ya tienes ese plus del que muy poca gente dispone.

Recuerdo que de jovencito había escuchado muchas veces, Pablo tienes un sello especial. Pero es ahora, en mi madurez, cuando noto ese plus de una forma mucho más marcada. Lo noto yo pero sobretodo me lo hacen notar los demás. Tengo que agradecer mucho a la vida. He disfrutado un montón pero también he sufrido muchísimo, aunque siempre he intentado afrontarlo todo con un espíritu y una actitud positiva procurando sacar provecho de cualquier circunstancia. Esto ha ido forjando mi carácter y personalidad hasta llegar a hoy. El saber estar, que venia de serie conmigo pero se ha ido puliendo con el paso de los años, sumado a una elegancia innata que procuro seguir cultivando, más mis permanentes ganas de seguir viviendo con un aprendizaje constante, hacen que esté disfrutando de un momento de plenitud personal espectacular y esto los demás lo notan. 

Por tanto solo puedo ratificarme en mi idea de que la elegancia natural, o como quiera que queramos llamarlo, es muy difícil de conseguir si no dispones de ese plus adicional. Un plus que creo imposible de adquirir. Seguro que con esfuerzo, trabajo y muchas ganas puedes llegar a cotas muy altas, pero este sello esta reservado sólo para unas personas elegidas.

Categorías:Relatos

Francesc