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LA ENSEÑANZA DEL DEPORTE

Me gusta el deporte, siempre me ha gustado. Creo que los recuerdos de todas las épocas de mi vida están ligados a él. Siendo un niño pequeñito me pasé miles de horas con un balón en los pies. Entonces se podía jugar en la calle, así que allí estaba yo dándole a la pelota frente a una portería imaginaria emulando a nuestros ídolos futbolísticos. Seguí jugando muchos años más aunque en equipos y campos más decentes. Pero aún hoy cuando veo un balón y un niño me transporto automáticamente a mi infancia. Del  mismo modo creo que si nací con una pelota en los pies, en las manos venía con una raqueta. Me decían que la raqueta era más grande que yo. Daba risa ver a un renacuajo con aquella cosa tan grande en sus manos. La raqueta y yo hemos tenido una relación especial, da igual el deporte que practicara, la cuestión era tener una raqueta en mis manos. Podía pasarme el día entero dándole sin enterarme de lo que pasaba a mi alrededor. Todavía hoy sigo con una raqueta en mis manos.

Ahora bien, si tengo una afición deportiva que he practicado con regularidad casi cincuenta años es el esquí. Mi padre me inoculó este veneno. Y aquí sigo, bajo sus efectos. El esquí es para mi la conversión de la felicidad en algo real. No es posible explicar con palabras el placer que me produce. Las sensaciones que me produce me transportan. Estar en una montaña sabiendo que podrás esquiarla es tremendo. Me gusta visitar las estaciones de esquí en invierno pero también en verano. Ver aquellas montañas sin nieve, con sus muros y pendientes preparados para cuando esta llegue, sigue siendo algo hipnótico para mí. Recuerdo un viaje con una pareja que tuve. Eran los inicios de nuestra relación, nos fuimos un verano por Europa recorriendo casi todas las estaciones de esquí de Copa del Mundo, no fue un viaje estupendo sino maravilloso. Calzarte unos esquís y oír el clic de las fijaciones sabiendo que estas listo para empezar a descender es lo más. Soy afortunado ya que he traspasado a mis hijas esta afición, así que la compartimos juntos y esto es fantástico. También con alguna de mis parejas he podido disfrutar del placer de esquiar juntos. Hemos compartido muchos kilómetros de pendientes, mucho frío, muchas nevadas, mucho sol, muchas risas y mucho amor. El esquí es un deporte que facilita la practica en la familia y esto me parece genial.

Otra afición que he disfrutado con gran placer ha sido la bicicleta. Primero un hierro que me regalaron por mi comunión. Arrastrar aquello te dejaba literalmente muerto, no podía levantarla ni un palmo. Pero fui acumulando horas hasta que llegué a las primeras  bicicletas de montaña. Aquel descubrimiento fue un antes y después. La bici paso a ser un objeto de culto que me permitía ir a lugares impensables hasta entonces. Recuerdo claramente la satisfacción de volver a casa, de color marrón por el barro, con una cara de felicidad bestial. El segundo gran descubrimiento fue la bicicleta de carretera. Fue un regalo de una mujer que entonces me quería mucho y a la que estaré siempre agradecido. La bicicleta de carretera es peligrosa, es como una droga, te puede enganchar sin que te des cuenta. Cada vez tienes más y más ganas de subirte a ella e irte donde sea. La sensación de libertad y felicidad es considerable. 

He practicado varios deportes más, de hecho bastantes más. Me gusta probar cosas y como tengo alma de niño disfruto con todo lo nuevo. Además tengo la suerte de que me adapto bien a casi cualquier deporte y enseguida le cojo su truquillo. Los disfruto rápidamente. Todos, sin excepción, me han enseñado varias cosas. Cualquier deporte exige siempre sacrificio, sin este nunca llegarás al éxito. También exige disciplina, es imprescindible seguir unas normas. Si quieres ser bueno en lo que haces quejarte no sirve de nada. Para ser el mejor hay que trabajar más que nadie, cada día, sin excepciones. El deporte te prepara para esto. No es agradable levantarte a las cinco de la mañana para ir a entrenar a veinte grados bajo cero, o hacer series en carretera lloviendo a cantaros, o asarte vivo en una pista a cuarenta grados, etc.  Cualquier deporte es duro, pero te educa. Estoy muy orgulloso de lo que me ha enseñado. Sus principios son perfectamente aplicables en nuestro día a día. La vida no siempre es fácil, hay momentos para todo. Las bases del deporte te preparan para pasar los malos ratos con otra actitud. Eres más fuerte a nivel mental y físico. El sacrificio y el esfuerzo para superarte te ayudan a caminar en nuestra selva. Los deportes de equipo aún exigen más. No dependen sólo de ti, y esto es muy útil para tu vida laboral. Hay que saber socializar y ser tolerantes y el deporte te ayuda mucho en esto. Mi recomendación es que practiques algún deporte, el que sea, en primer lugar obtendrás beneficios físicos, y por tanto más salud, pero con el tiempo ganarás otros beneficios que te serán útiles en todo.

Categorías:Relatos

Francesc