Menu Home

CIEN SEMANAS DE SOLEDAD

La verdad es que a pesar de mi edad nunca había vivido solo. Siempre he estado rodeado de mujeres. Digamos que he vivido en un matriarcado. Primero con mi madre, abuela y hermana y luego con mi esposa e hijas y más tarde con la otra esposa y con las mismas hijas. Así que de pronto me encuentro con que abro la puerta de mi casa y no hay nadie dentro, ni tampoco se espera a nadie que aparezca de repente. Vivir rodeado de mujeres no significa que me haya simplificado la vida. Siempre he participado en las tareas del hogar pero debo reconocer que con un papel secundario, mis ocupaciones era simplemente otras. Es ahora que de forma involuntaria me encuentro en esta situación cuando he pasado a ser el actor principal. De modo que manos a la obra. Como soy muy racional y disciplinado, me hago un listado del funcionamiento de todos los electrodomésticos. Y lo más importante cómo se usan y sobre todo para qué sirven. Le sumo tutoriales imprescindibles de planchado, otros de limpieza en profundidad de zonas que casi desconocía, y descubro los secretos de este apasionante mundo doméstico.

Una vez tengo listo el tema tareas del hogar, vaya lo domino como nunca me hubiese imaginado y me he convertido en un especialista en poner lavadoras, me queda pendiente el tema gastronómico. Soy fácil de alimentar, me conformo con poco. Creo que con la edad a todos se nos va afinando el paladar y valoramos más la calidad y el buen hacer culinario. En mi caso procuro hacer una alimentación sana basada en cosas básicas, fáciles de elaborar. Nunca he tenido complicaciones en este tema y mucho menos ahora que me autoalimento. Diría que lo tengo bastante bien organizado y en algunas ocasiones incluso cocino para más personas. Eso sí, sin hacer inventos que puedan destrozar mi imagen de hombre total, estoy en el mercado y hay una reputación que tengo que mantener.

Bueno, pues ya estoy viviendo sólo. Es cierto que las primeras semanas extrañas a…, a aquella persona…, a… ¡Caramba! Ya no recuerdo su nombre. Pero pronto te habitúas a esta situación. Es más te acomodas y lo que al inicio te parecía una muerte en vida resulta que pasa a ser un festival en vida. Estar sólo me ha generado unas sensaciones que ni sabía que existían. Escuchar el silencio de tu vivienda es fantástico. Es como estar en una post batalla, sólo te queda recoger los cadáveres esparcidos por el suelo, incinerarlos y rezar una oración para que sean muy felices en el más allá. Una vez has hecho limpieza de los pocos enseres que aún quedaban de la susodicha, o sea tirarlos directamente a la basura, sólo falta limpiar la casa de los espíritus malignos que la habían impregnado. No te preocupes no es complicado porque como ya no está basta con abrir las ventanas para ventilar la vivienda de aquel virus tan divertido. Verás que en poco tiempo corre una ventilación neta y pura como nunca antes la habías notado.

De modo que vivir sólo se ha convertido en un placer, un autentico placer. Uno de esos terrenales que es posible casi tocar. Hacer lo que te da la gana sin dar explicaciones a nadie es algo sublime. Ahora comprendo a algunos amigos que ya me habían contado su experiencia con la solitud. Siempre con una sonrisa en la cara. Reconozco que hay momentos en que te apetece una compañía, pero esto se soluciona al momento. Para un encuentro ocasional nunca hay problemas. Siempre hay personas dispuestas a pasar un rato agradable, bueno creo que agradable y estupendo, sin el compromiso de instalarse en tu santuario. Sé que soy un anfitrión encantador por lo tanto garantizo un rato maravilloso. La soledad del hogar también te transporta hacia un estado de tranquilidad y paz mental alto. Yo que estaba acostumbrado a una lucha a muerte diaria, sobre todo por las noches, el momento ideal dirían los psicólogos, respirar ahora este ambiente me deja levitando. El contraste es tan bestia que a veces me parece casi irreal. Tengo miedo de que esto sea un sueño y no sea real. Hay que aprovecharlo intensamente no sea que se rompa el hechizo y me reencuentre de nuevo con la locura. Por lo tanto, ahora que ya he pasado una centena de semanas en esta situación sólo puedo decir gracias, gracias y gracias. Es difícil de comprender cómo lo que había sido un auténtico calabozo se ha convertido de pronto en un lugar mágico. Así que si estás encerrado en una de estas mazmorras, no te preocupes, da por seguro que al final habitarás en un oasis. Y si ya vives en él espero que sigas con esta sonrisa en la cara, sabiendo que lo que he contado aquí es lo mismo que te ha pasado a ti.

Categorías:Relatos

Francesc