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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

Poco tiempo después de escribir mi relato “El amor después de un desamor”, que en esta ocasión estaba dedicado, recibí para mi sorpresa un relato de respuesta que literalmente dice:

A pesar de las dificultades que a todos nos pone la vida siempre me he considerado una persona afortunada. Es verdad que en asuntos del corazón no lo he sido especialmente. He querido y me han querido mucho pero siempre a destiempo; cuando ellos iban yo venía, cuando yo estaba ahí ellos miraban hacia otro lado.

Un viejo amigo solía decirme que los hombres de mi vida eran mi padre y mi hijo y que esos dos amores no dejaban espacio a nadie más. He pasado la mayor parte de mi vida sola. Mi última historia acabó hace casi un año, fue un amor tranquilo, sin sobresaltos, sin grandes pasiones tampoco. Importante porque me liberó de algunas cosas y porque él era una persona buena en la que confiar.

Después de cuatro años de relación estaba disfrutando de nuevo de mi vida y mi independencia, de mis refugios habituales, mis libros, mis viajes, mis amigos, mis paseos y mi soledad. En este punto del camino no esperaba encontrar a nadie, ni lo buscaba. 

Así que aquel día acudí a la cita, un café a media mañana, cargada con todo mi escepticismo y una pizquita de curiosidad. Le había dicho que estaba ocupadísima, y era cierto, y que sólo podría estar unos minutos, sobre todo quería poder salir huyendo a la menor oportunidad.  En un primer momento me equivoqué de mesa y se me cayó el alma a los pies, sólo tuve tiempo de pensar “qué esperabas…” pero enseguida lo vi en la mesa de al lado.

Me desarmó su sonrisa franca y abierta pero sobre todo su forma de mirar. Miraba con una curiosidad inmensa, escarbando en mi interior, derrumbando las barreras que con todo cuidado yo siempre me encargo de levantar. El café se prolongó más de una hora y nos emplazamos para un encuentro con más tiempo. 

Los días siguientes fueron de mensajes y llamadas y yo me repetía constantemente que no iba a salir bien y volvía a levantar mis murallas o tomaba la firme decisión de no seguir adelante. Pero al mismo tiempo crecía una complicidad extraña entre los dos y no podía evitar tener la sensación de que lo conocía desde hacía mucho mucho tiempo. 

La pandemia también jugó su papel. Había que saltarse normativas, o esconderse tras mascarillas, cumplir horarios que nos devolvían a la adolescencia o tomar decisiones intempestivas. Es el amor en los tiempos del cólera.

Me he visto arrastrada, cuanto más me empeñaba en negarlo más rápidamente avanzaba. Todo es una sorpresa, un descubrimiento. A mis inquietudes responde siempre con seguridad y aplomo. Me hace sentir pequeña y protegida.  Me toma de la mano y me muestra un camino, invitándome sin forzar nada a que exploremos juntos nuevas rutas. Y me lanzo intentando dejar a un lado mis miedos, mis mochilas, mi resistencia. No sé dónde nos llevará ni si será muy lejos. Siento el aleteo de miles de mariposas en mi estómago y no puedo parar. No quiero parar.

Me mira. Y cuando me mira todo es fácil. Y todo es posible”.

Ante esto tan sólo puedo decir gracias, gracias y mil gracias, estas palabras me han llegado al corazón. Me ratifico en la creencia de que después de un desamor sigue siendo posible que tu corazón vuelva a sentir con mucha más fuerza y más ganas la pasión y la alegría del amor. Hoy vivo así y estoy feliz.

Categorías:Relatos

Francesc