Menu Home

EL PLACER DE VIAJAR

De niño transportaba mi mente hacia otros mundos. Lo hacía mediante la lectura. Me encantaba leer novelas e historias fantásticas de viajes. Al momento me metía en el tema y me imaginaba visitando todos aquellos lugares maravillosos. Además tuve la suerte de que a mi familia le gustaba moverse. No era habitual en aquella época. Fuimos una excepción que me permitió ya de pequeño conocer un montón de lugares. Con estos antecedentes era lógico que uno de los placeres, por no decir el mayor, que he disfrutado en mi vida haya sido el viajar. 

Ahora que estoy en la cincuentena me doy cuenta de lo afortunado que he sido. He viajado mucho. Viajar me ha creado una especie de adicción. Cada vez que regresaba de un viaje mi cabeza ya estaba pensando en el próximo. Disfruto tanto con los preparativos, como con el propio viaje y luego casi más con los recuerdos. Por mucho tiempo que haya pasado un viaje nunca se olvida. Cada vez que vuelves a recordarlo regresas de inmediato a aquellos lugares. Esto no pasa con nada más, al menos a mí, sólo me sucede, con todos los detalles y las mismas sensaciones, con los viajes. Puedo recordar a personas que han pasado por mi vida, siempre lo haré, pero con el tiempo los detalles más pequeños se van difuminando. Con los viajes puedo recordar incluso olores y sensaciones que tuve hace más de treinta años. Es maravilloso. Esta afición me ha permitido conocer a muchas personas, con culturas y personalidades diferentes, de forma que me ha ayudado a disfrutar de una mentalidad mucho más abierta. Conocer a gente distinta de tu entorno te abre otras perspectivas. Todas te aportan y te ayudan a crecer como persona. Te vuelves más tolerante, más sabio, más paciente y aprecias mucho más los pequeños detalles.

La mejor inversión que puedes hacer en tu vida es viajar. Es cierto que no es barato, pero este gasto te va a recompensar toda tu vida.

Cada vez que tengo un viaje inminente mi cuerpo lo nota y comienzo a experimentar unas sensaciones que no me pasan con nada más. Es un estado de excitación mental que se traslada también al cuerpo. Puedes viajar de muchas formas, todas son divertidas, pero a mí  me encanta viajar en avión. El ritual de ir a un aeropuerto para mi representa una liturgia. Soy consciente de las pérdidas de tiempo, de los retrasos, de los inconvenientes de los transbordos, de las molestias de facturar o recoger equipajes, etc. pero todo esto me queda compensado con el solo hecho de estar ahí. No sé que tienen estos lugares pero para mi son mágicos. Me encanta sentarme para observar a la gente, que va y viene sin descanso. Me imagino sus lugares de origen y sus destinos y mi imaginación vuela con ellos. En un rato puedo haber viajado a mil lugares distintos. Luego está toda la ceremonia del embarque, el descubrir tu avión, los compañeros de asiento, la tripulación… Si el vuelo es largo, en mi caso he cogido muchos transoceánicos, aún disfruto mucho más el viaje. De todos los medios de transporte mi favorito es, sin duda, el avión. Además me permite desplazarme en pocas horas a lugares muy lejanos, que de niño me parecían inalcanzables.

Si de serie ya vivo esféricamente cuando estoy en el lugar de destino procuro duplicar este modo de vida. Voy siempre atento a todo y a todos. Soy sociable y me encanta conocer a gente nueva. Por fortuna hace tiempo que dejé la vergüenza de lado. Esto me permite curiosear, preguntar y socializar sin trabas. No hay nada mejor que conocer a gente nueva, te genera una riqueza imposible de igualar. Poder dialogar con personas con otras culturas y otras formas de hacer y ver la vida es la mejor universidad en la que te puedes matricular. Tenemos la fortuna de que hoy el mundo es relativamente pequeño, en pocas horas puedes estar en el otro extremo, gracias a esto llegas a conocer lugares magníficos. Para mí cualquier lugar es interesante, da igual la distancia, el sólo hecho de ver paisajes o ciudades distintas ya me interesa y viajar me satisface esta curiosidad.

Tengo la fortuna de vivir en un país maravilloso, además estoy ubicado en un lugar estratégico. Donde el mar está muy cerca y al mismo tiempo disfruto de unas montañas preciosas. Esto es un privilegio que pocos pueden disfrutar. Buen clima, buena gastronomía y aún mejor calidad de vida. Siempre que regreso de un viaje agradezco donde vivo, pero cuanto más viajo más me doy cuenta de que el mundo esta lleno de lugares maravillosos y fantásticos donde vivir. Viajar me abre la perspectiva de no centrarme sólo en mi lugar, es precioso no hay duda, pero hay muchos más lugares así.

Por tanto, viaja cuanto puedas. Si tienes la suerte de hacerlo acompañado aún mejor, podrás compartir experiencias y sensaciones y esto siempre es un plus. Pero si no tienes acompañante no te preocupes, el mundo te recibirá con los brazos abiertos y con un montón de gente que está esperando la oportunidad de no hacerte sentir solo. Tengo muy claro que todo lo material es durable y tiene fecha de caducidad pero para mí un viaje siempre será eterno.

Categorías:Relatos

Francesc