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IKIGAI O COMO LLEGAR A LOS CIEN AÑOS

Me encanta Japón. Desde que lo descubrí, en un viaje reciente, he procurado empaparme de su cultura y de muchas de sus tradiciones. Hoy toca hablar de “Ikigai”. Se podría traducir “como razón de ser”.  Una especie de motivación vital o misión que te da la energía suficiente para afrontar cada día con fuerza y optimismo. El pueblo japonés tiene una de las poblaciones más longevas del mundo. Son campeones en el arte de vivir mucho tiempo pero también lo son en sus ganas de vivir. Tienen su ikigai personal. El objetivo de éste no es la felicidad, el objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizar y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, aumentas tu autoestima. Sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia no el objetivo. ¿Que enseñanza aprendemos de esta filosofía? Autoestima. Identificar nuestro papel en la vida nos hace sentir mucho mejor con nosotros mismos. Encontrar nuestro rol nos proporciona placer y además nos facilita muchas cosas. Gracias a ello tenemos una motivación extra para seguir viviendo, lo que alarga nuestros días.

Los españoles, Héctor García y Francesc Miralles, describieron esta práctica en su libro, “Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz“.  Viajaron al pueblo japonés de Okinawa, donde se encuentra la mayor concentración de centenarios del mundo, y preguntaron a los ancianos qué era lo que les movía para tener ganas de vivir. Prácticamente todos contestaron con una palabra Ikigai. Su razón de ser. Su motivación, Su sentido de vida. Algo que les daba fuerzas para levantarse cada mañana. Esta claro que la cultura japonesa no es del todo extrapolable a occidente, la dinámica social de Japón dista mucho de la nuestra pero podemos sacar enseñanzas útiles que nos sirvan para encontrar nuestro ikigai. ¿Qué podemos hacer para encontrarlo? Hagámonos estas cuatro preguntas para detectar nuestros puntos fuertes, porque a veces nuestra actividad diaria nos impide centrarnos en analizar nuestras fortalezas y vamos desorientados.

¿Cuál es mi elemento? Por ejemplo hay personas que se sienten cómodas haciendo cosas solas y se estresan cuando están en grupo. Por tanto, su ikigai no podrá ser la enseñanza, ni dar conferencias, ni el trato con el público, etc. Su elemento será realizar otras actividades, más recogidas.

¿Con que actividades se me pasa el tiempo volando? Este es un buen indicador para encontrar una pasión que puedes desarrollar.

¿Qué te resulta fácil hacer? Cada uno de nosotros tiene facilidades para algunas cosas. Detéctalas y ponte en marcha.

¿Qué te gustaba hacer cuando eras niño? Nos facilita conocer si nuestro ikigai está en actividades artísticas, intelectuales, de ayuda a los demás, de pensamiento científico, trabajos manuales, etc.

Una vez has identificado a tu ikigai  llega el momento de desarrollarlo. Traza tu plan y oblígate a seguirlo. En función del tipo de razón de ser que tengas marcarás unas pautas y unos tiempos de cumplimiento.

Nunca es tarde para buscar tu lugar en el mundo.

Los que conocen en profundidad este concepto zen señalan que hay dos momentos clave en la vida ideales para la práctica de esta técnica. Uno sería en la adolescencia, cuando empezamos a tomas nuestras  primeras decisiones de cara al futuro. El otro momento sería en plena madurez, cuando haces  balance de lo vivido  y consideras que ha llegado el momento de hacer cambios. A mí me ha pasado en la madurez. Estoy en una etapa de crecimiento personal importante y de conocimiento interior sorprendente. Tengo recursos suficientes para hacerme las cuatro preguntas anteriores y responderlas desde la calma y la reflexión. Encontrar tu razón de ser, tu sentido de la vida, ese ikigai particular es un resorte que te transporta a un nivel de felicidad superior. Si además consigues que este Ikigai  retorne un beneficio a tu comunidad, será cuando completarás plenamente esta práctica.  No basta sólo con conocer tu ikigai, tienes que poder hacerlo efectivo para que nuestra sociedad se beneficie del mismo. Así llegarás a la felicidad absoluta que te permitirá alargar tu vida muchos años. Pues bien, ahora ya sabes qué tienes que hacer. Son sólo cuatro preguntas que te permiten poner en practica una filosofía que te aporta felicidad y posiblemente una esperanza de vida mucho más larga, ¿a que esperas?.

Categorías:Relatos

Francesc